Para bien o para mal, soy muy friki con las tildes. No puedo evitarlo. Incluso en WhatsApp escribo con ellas. Y seguramente sea ésta la razón por la que siempre me ha inquietado escribir «sólo» sin tilde. Bueno no siempre, únicamente desde que la RAE impuso esta recomendación en 2010. Hace poco más de un año esto cambió, porque como tantos otros, conscientemente me negué a no tildarla más.
Creo que hay dos tipos de lectores: los que, cuando comienzan a leer un libro, no lo dejan hasta llegar a la última línea, sin importar si les gusta o no. O los que, cuando empiezan a leer, si no sienten que los libros les atrapan, lo abandonan sin terminarlo.
Internet ofrece un sinfín de casualidades cronólogicas que unidas crean realidades, contextualizaciones e hilos narrativos con un sentido que, de no existir esas casualidades temporales entre un enlace y otro, serían imposibles de imaginar.
Cada vez somos más los que pensamos que el sistema educativo actual está desfasado y que necesita un cambio.
Cuando se organizan eventos suele dejarse de lado la documentación fotográfica de los mismos. Sinceramente, creo que se trata de un error enorme, porque en el escenario comunicativo en el que nos movemos actualmente, las buenas fotos profesionales de todo tipo de eventos se están convirtiendo en algo obligado.
