Descubriendo el sijismo

 

Un turbante y largas barbas son, a primera vista, su seña de identidad. Originarios de Punyab en India, el sijismo en Catalunya ha crecido mucho en los últimos años hasta alcanzar los 14.000. Gagan Deep Singh es un joven de 24 años, comprometido con su comunidad y con su religión,  que reside en Badalona desde 2007. Trabaja como mediador cultural en el ayuntamiento de la ciudad y su deseo es que la sociedad catalana conozca más profundamente su credo y su cultura. Gagan invita a Sí al Gurdwara, su templo, del Raval. Nos adentramos en el sijismo, una religión aún desconocida en España.

 

La puerta del Gurdwara, si no fuera por el cartel que preside la entrada, podría parecer un comercio cualquiera del multicultural barrio barcelonés. Atravesarla implica adentrarse en un nuevo mundo. Tras descalzarse, lavarse pies y manos, y cubrirse la cabeza con un pañuelo naranja, se entra en una fresca, amplia y alfombrada estancia. Al fondo está el Palki o altar, presidido por el Guru Granth Sahib, el libro sagrado.

 

«No es sólo un libro. Para nosostros lo es todo. Es un gurú perpetuo», explica Gagan tras haber presentado sus respetos en el altar, rodeándolo y arrodillándose frente a él.

 

El sijismo nació en India en 1469. La doctrina básica de esta religión, que cuenta con cerca de 22 millones de fieles, consiste en la creencia en un único Dios y en las enseñanzas de los diez gurús, recogidas en el libro santo.

 

El sijismo, una religión aún por descubrir. La profesan 22 millones de personas en el mundo, pero en España su presencia es muy reciente.

 

Sus fieles creen en la reencarnación ya que consideran que los diez gurús comparten el mismo espíritu. Esta religión rechaza la idolatría y el ascetismo. Reconoce la igualdad de géneros y religiones y prohíbe el consumo de cualquier intoxicante, incluido el tabaco. Además, promueve la vida honesta.

 

Como rechazo al sistema de castas, tradicional en India, el décimo gurú decidió eliminarlo y les dio un mismo apellido. «En el caso de los hombres es Singh, que significa león, y en el de las mujeres, Kaur, que significa princesa», explica Gagan.

 

La razón principal de la existencia del Gurdwara es, aparte del culto en sí, la necesidad de tener un lugar apropiado para guardar el libro santo. El día en que Sí lo visita, ha abandonado sus aposentos en la planta superior porque, durante 48 horas continuadas, los Granthi -sacerdotes- leerán cantando sus 1.430 páginas. También sirve de punto de encuentro para la comunidad. Los más pequeños, aprovechando las vacaciones escolares, acuden a diario para aprender punyabí, su lengua materna, y acercarse a las escrituras sagradas. Sentados en línea, leen con dificultad las páginas de sus diminutos ejemplares. El Granthi corrige con paciencia y constancia los errores de los chicos.

 

El sijismo abre sus templos (Gurdwara) a todo el mundo

El sijismo reconoce la existencia de la misma luz celestial en cada ser humano, rico o pobre, independientemente del credo, el color, la raza, el sexo, la religión o la nacionalidad. Por eso «cualquier persona de cualquier religión, sin ningún tipo de discriminación social o sexual, es bienvenida a la Gurdwara», asegura Gagan antes de explicar que ésa es la razón por la que el principal templo sij ubicado en Punyab, el Templo Dorado, tiene cuatro entradas.

 

«El mundo tiene cuatro puntos cardinales y las puertas del Templo Dorado representan estos puntos, y quiere decir que cualquier persona del mundo, venga de donde venga, puede entrar allí», cuenta Gagan.

 

Además, estos centros de culto, cómo símbolo de compasión con la humanidad, tienen una peculiaridad. «Allí siempre hay comida y se sirve las 24 horas del día a cualquiera que entre y lo solicite. No podemos negarnos», aclara Gagan.

 

Y es cierto. Mientras el sacerdote sigue leyendo las escrituras de los gurús, dos manteles han cubierto parte de la alfombra del templo. Los más pequeños, que han interrumpido ya sus lecturas, toman podesión sentados a ambos lados del mantel. Unas bandejas de aluminio y unos largos vasos del mismo material se llenan en cuestión de minutos de comida y de agua. Con una cuchara como único cubierto, niños y adultos degustan en silencio la apetecible pitanza. «Como somos lactovegetarianos y no comemos carne, pescado, ni huevos, no necesitamos más que una cuchara», aclara Gagan.

 

«Tenemos la obligación de dar el 10% de nuestro sueldo y de nuestro tiempo a la religión. En India solemos ir a diario a la Gurdwara, pero aquí la gente, por los trabajos y porque quizás queden más lejos de sus casas, no pueden ir con tanta frecuencia. Los domingos suele ser el día que más gente acude», explica.

 

La rutina diaria de los sijs está muy marcada por su religión. «Nos levantamos antes de amanecer, nos duchamos y hacemos una hora de meditación. Cuando volvemos de trabajar, nos volvemos a duchar y oramos. Y por la noche, cenamos y oramos antes de acostarnos», asegura este joven antes de bromear con la temperatura del agua: «Es costumbre ducharnos con agua fría, pero aquí es demasiado fría. En India, no se por qué, no es tan helada».

 

Las cinco KAS

Aunque no todos los sijs llevan turbante, denominado por ellos Kesh, muchos de ellos deciden hacerlo. El uso de esta prenda está ligado a que los sij nunca en sus vidas se cortan el pelo. Tampoco la barba. Por lo tanto, el turbante cubre sus cabellos tras una cuidada ceremonia diaria.

 

Además del turbante, aquéllos que por decisión personal, deciden ser bautizados y así convertirse en Kalsha, tendrán que llevar consigo otros cuatro objetos y lo harán «hasta la última respiración de su vida. Se pueden cambiar, pero no soltarlos. Nunca, incluso cuando duermen», asegura Gagan.

 

Estos cuatro objetos son: un Kanga o peine de madera que normalmente ocultan bajo el turbante y que «sirve para peinarse»; una Kara o pulsera de acero, «normalmente en la mano derecha para recordar que no deben hacer cosas malas, como robar»; una Kachhehra o calzoncillo de algodón, «para evitar tentaciones carnales», y un Kirka o daga, «como símbolo de defensa, dignidad y para recordar que tienes que ayudar a los más débiles», explica.

 

Reportaje publicado en Sí, Se Puede, en la edición de 11-17 septiembre 2010.

 

 

Un metro lleno de duende – World Music Oslo

 

Oír música en una estación de metro no es ninguna novedad. Poder escuchar y ver cante y baile flamenco junto a los andenes, y más si estamos en Oslo, resulta bastante sorprendente. Así se está promocionando en la capital noruega, entre viajeros sorprendidos y turistas españoles desubicados, el Festival de música World Music Oslo.

 

Que se haya optado por llenar de duende flamenco el subterráneo escandinavo tiene su sentido, ya que entre los artistas que participarán hay una más que sobresaliente representación española. Paco de Lucía ofrecerá parte de su repertorio, y estará acompañado de Martirio, Son de la Frontera y Macaco. Estos actuarán ya a nivel del suelo, en el Oslo Concert Hall.

 

Otros muchos artistas de todo el mundo se citarán también en Oslo, con lo que los organizadores esperan superar la cifra de doce mil espectadores del pasado año.

 

Cobertura para la Agencia EFE de los artistas españoles en el Festival World Music Oslo 2006.

 

 

 

Bitcoin Cómic – Nota de prensa

 

En 2014 tuve la suerte de colaborar con Alex Preukschat, productor y co-autor de la primera novela gráfica sobre Bitcoin: «Bitcoin: La caza de Satoshi Nakamoto», en su proyecto. Participé en el proceso de edición del texto final, además de preparar diversos materiales de comunicación (entrevistas, guión del vídeo, notas de prensa, dosier de comunicación, fotografías de los autores para la promoción del lanzamiento, materiales para la campaña de crowfunding…).

A continuación una de las notas de prensa que escribí para el lanzamiento de este cómic editado por Dibbuks. Una obra que, por cierto, recomiendo leer, para los que, de manera amena y divertida, quieran introducirse en el fascinante mundo de Bitcoin.

NOTA DE PRENSA

Bitcoin: La caza de Satoshi Nakamoto

Un cómic sobre un anónimo genio y su creación: una auténtica revolución tecnológica que agita el mundo

 

La editorial Dibbuks y BitcoinComic.org presentan la novela gráfica Bitcoin: La caza de Satoshi Nakamoto, la primera del mundo sobre esta flamante criptomoneda que está levantando pasiones y odios, a lo largo y ancho del planeta. Basada en la figura del anónimo genio que la concibió y que se desvaneció en las sombras de Internet tras presentarla, esta obra nos adentra de manera ingeniosa y amena en Bitcoin, una auténtica revolución tecnológica que ha conmocionado la manera de entender el dinero y las finanzas, y que ha nacido con perspectivas de cambiar el mundo para siempre.

 

El misterio que rodea a Satoshi Nakamoto, el seudónimo que da nombre al anónimo creador o creadores del protocolo Bitcoin, se convierte en el detonante de esta aventura gráfica, escrita por Alex Preukschat y Josep Busquet e ilustrada por José Ángel García Ares, en la que el derroche de acción se entremezcla con los mitos y realidades de esta tecnología disruptiva basada en las matemáticas.

 

Sus 112 páginas de potentes ilustraciones bitono están llenas de guiños a la criptografía, de la que emanan los orígenes de Bitcoin, y dará a conocer a una audiencia más amplia el concepto de Bitcoin, sus características y, a través de su dispar elenco de personajes, ofrece las distintas visiones que rodean a esta moneda pionera, a la vez que desglosa los principios esenciales en los que se basó Satoshi Nakamoto para el desarrollo del protocolo Bitcoin.

 

Made in Spain y con gran proyección internacional

 

Creada, producida y editada en España, Bitcoin: La caza de Satoshi Nakamoto engancha al lector desde sus primeras viñetas, en las que la mafia, los servicios secretos, los medios de comunicación y los ciudadanos de a pie se cruzan en la captura de la enigmática personalidad.

 

Bitcoin es una realidad desde su creación en 2009, pero también un gran desconocido. De hecho, pocos saben aún que esta revolución tecnológica, de código abierto y descentralizada, llegó a alcanzar en 2013 una capitalización de mercado de 14.000 millones de dólares, cuenta con una inmensa comunidad de desarrolladores en todo el mundo y es, en la actualidad, una firme apuesta de Silicon Valley, cuna de la innovación tecnología y sede de empresas como Google, Facebook, Apple o Yahoo.

 

El lanzamiento de la novela gráfica en castellano viene precedido de una prometedora acogida en el ecosistema Bitcoin internacional. No en vano, la pre-venta de la edición en inglés logró recaudar más de 20.000 euros de bitcoiners de todo el mundo, así como, de relevantes personalidades y empresas del mundo Bitcoin.

 

La edición en castellano de Bitcoin: La caza de Satoshi Nakamoto tendrá una tirada inicial de 1.500 ejemplares, y podrá adquirirse también en formato digital. El cómic también se editará en inglés, en ambos formatos, y en Polonia, país en el que Bitcoin está despertando un gran interés, podrán también leer estas aventuras en su idioma.

 

Además de las peripecias de sus personajes, el libro incluye unos anexos en los que se desgranan los nombres de las personalidades más relevantes hasta el momento de la comunidad Bitcoin internacional y de habla hispana. A la vez, ofrece una guía con  información adicional para aquellos interesados en adquirir más conocimientos sobre la criptomoneda.

 

 

Enviada a medios de comunicación en noviembre 2014.

 

 

 

Olor a serrín, sonidos de guitarra

 

El último piso de Torgata 33, guarda un secreto. Descubrirlo, es cuestión de decidirse a subir hasta su ático.  El olor a serrín delata el material con el que se trabaja en el taller. Tras la puerta, con música clásica de fondo, dos luthiers comparten su pasión por la fabricación artesanal de guitarras.

 

El noruego Simen Omang y el uruguayo Leonardo Michelín-Salomón se conocieron en Oslo hace algo más de dos años. Ambos habían ya comenzado sus andaduras como artesanos del instrumento, como ellos mismos se definen: “No somos alquimistas ni científicos. Somos artesanos.”

 

“A mí siempre me fascinó la guitarra. La tocaba, y creo que por ahí se empieza, por tocar la guitarra. Cuando la gente me decía cuál era un buen instrumento y cuál no lo era, yo no sabía si lo que me decían era cierto o no, y esa curiosidad fue lo que me atrajo a este oficio. Entonces comencé a averiguar cómo y cuál es la manera de realizar un buen instrumento”, explica Leonardo sobre sus inicios en el oficio. Simen toca la guitarra desde los 8 años, y su interés por ella fue creciendo más y más. Por eso, con la guitarra bajo el brazo, viajó a Argentina para aprender allí todos sus misterios. Durante 3 años estudió en el taller de Esteban González, un conocido luthier de Buenos Aires. Leonardo estudió en la Escuela Nacional de Arte de Uruguay y decidió probar suerte en el viejo continente. El destino los unió y juntos, a diario, comparten la experiencia de dar forma al sonido de sus guitarras.

 

Ambos luthiers poseen técnicas de trabajo diferentes que se basan en distintas teorías clásicas de fabricación, pero los dos tratan de experimentar con sus conocimientos para encontrar ese sonido único en sus productos. Ese sonido que los convierta, algún día, en reconocidos luthiers de prestigio.

 

La construcción de una guitarra se alarga entre un mes y medio y dos meses. Primero las aproximadamente cien horas de trabajo que dura la realización de las piezas y su montaje. Y después la aplicación del lustre, que debe realizarse en varias

 

Las guitarras constan de 19 partes y requieren diferentes materiales. De todos ellos, sin duda, la madera se convierte en el elemento estrella de la producción de guitarras clásicas. Pero no cualquier madera: palisandro de India o de Honduras, cocobolo, cedro rojo, abeto europeo, ébano, caoba…, se distribuirán por las distintas partes de la guitarra. Cada elemento, necesita unas características y, de una buena selección de material, depende la calidad del sonido y la estética de cada instrumento. “La parte de la guitarra que más influye en el sonido es la tapa (parte superior), pero hacer una buena guitarra no es solamente hacer una buena tapa. Se necesitan buenos materiales y todas las piezas deben estar acabadas con sus pequeñas sutilezas”, explica Simen.

 

La guitarra debe obtener niveles específicos de resonancia, ampliación de sonido y volumen. Los instrumentos de Leonardo “son bastante claros y balanceados, tienen un sonido dulce, más agradable, y además, aumentan un poquito el volumen”  y los de Simen “tienen buen balance entre todas las notas para facilitar la interpretación del guitarrista. Además de gran volumen, timbre y claridad.” Pero ambos coinciden en que “las guitarras deben hablar por sí solas” por eso lo esencial es que el guitarrista la pruebe.

 

 

Reportaje escrito en 2006 como freelance para medio de comunicación noruego. Y aunque ha llovido (y nevado) mucho desde que Simen Omang y Leonardo Michelín-Salomón compartieron ese taller en Torgata 33, ambos continúan actualmente su carrera como luthiers en Noruega.

 

 

Fotografía tomada en Chernobyl

Con la radioactividad de Chernóbil a cuestas

 

Alexander Mishura era coronel del Ejército soviético cuando en 1986 se produjo el accidente de la central nuclear de Chernóbil. Un año más tarde de la catástrofe, este militar ejerció labores de protección de la ciudadanía en la zona. Al igual que le ocurrió a miles de personas, los efectos de la exposición a la radioactividad sobre su salud fueron ineludibles. Desde hace cuatro años, Mishura reside en España, donde lucha contra el cáncer. Pera ésta no es su única batalla.

 

Mishura, como todos los militares que estuvieron destinados en la zona, recibió unas indemnizaciones oficiales del Gobierno soviético. Hasta el año 2000 estuvo recibiendo esta pensión mensualmente sin ningún problema.

 

“Desde que Vladínir outin se convirtió en presidente de Rusia, ha habido problemas. Las autoridades militares me ofrecieron un acuerdo por el cual debía renunciar a la mitad de mi pensión. El trato era que ellos se quedaban con la mitad y yo, con la otra mitad. Era claramente corrupción. Y yo no acepté. Recibía una pensión mínima, y en septiembre de 2009 dejaron de pagarme”, explica con la ayuda de una traductora.

 

De víctima a amenazado

 

Este militar retirado no quiso renunciar a sus derechos y comenzó una batalla legal en su país, algo que le ha obligado a tener que abandonarlo. “Un día estaba en una cafetería y se acercaron a amenazarme de muerte. Fue entonces cuando decidí venir a España. Aterricé en Salou y me busqué un abogado”, asegura.

 

Elegantemente vestido y con unas carpetas llenas de papeles bajo el brazo recibe a Sí. Habla despacio, mezclando el ruso con un pobre castellano y mirando fija e intensamente a los ojos. Mientras avanza en la historia, extiende sobre la mesa papeles: los originales y las traducciones en castellano de las sentencias de los tribunales rusos, las comunicaciones recibidas del Tribunal de Estrasburgo en inglés, su permiso de residencia en España… Los documentos de su vida, de su historia. Una historia que cambió de rumbo en Chernóbil.

 

“El caso está en el Tribunal de Estrasburgo. Las reclamaciones se presentaron en 2004 y ya existe una sentencia firme reconocida por un caso similar en el que Rusia pagó al reclamante, por lo que somos optimistas. Sin embargo, el caso se está alargando bastante porque Rusia está pidiendo moratorias”, explica Pau Sans, su abogado.

 

Y claro, estos retrasos pueden ser fatales ya que el estado de salud de Mishura es bastante delicado. “He estado mucho tiempo haciendo tratamiento. Los médicos me han recomendado una operación, pero aquí en España no se realiza. Por eso quiero irme a Alemania. Pero necesito dinero para poder hacerlo. Y si Rusia no me paga lo que me debe, necesito que me ayuden. He escrito incluso una carta al Rey Don Juan Carlos, para solicitarle ayuda. Espero que alguien me pueda ayudar. Es como un préstamo, porque yo se lo devolveré cuando finalmente Rusia me pague”, explica.

 

Mishura cuenta con el apoyo de algunas entidades en España, entre ellas de Casa Tracia. “Cada aniversario del accidente de Chernóbil se recuerda a las personas que murieron. Sin embargo, muchas víctimas siguen sufriendo y nadie hace nada para ayudarles, ¿Para qué sirve recordar a los muertos, si no podemos ayudar a los vivos?”, asegura Tanya Ivanova, presidenta de esta entidad.

 

Mishura no se da por vencido. Sus 65 años y su delicado estado de salud no son motivo suficiente para perder las ganas de luchar, porque él lo tiene muy claro. “Espero poder operarme y seguir el tratamiento durante dos meses. Después de eso seguiré luchando hasta conseguir que mi país me pague lo que me corresponde. Estamos hablando de millones de euros. Es una vergüenza que tenga que vivir de la caridad, cuando en realidad podría vivir muy bien”, afirma.

 

¿Se repetirá la historia en Fukushima?

El debate sobre la seguridad nuclear vuelve a la palestra. Precisamente cuando se cumple el 25º aniversario de Chernóbil (Ucrania), considerado el mayor accidente nuclear de la historia, Japón -país que ya había sufrido los efectos de la radioactividad tras las explosión de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en 1945- lucha estos días por evitar un desastre de igual magnitud en la central nuclear de Fukushima-1. La Compañía Eléctrica de Tokio ha advertido de que la radiación emanada de sus instalaciones podría llegar a superar a la detectada en Chernóbil, aunque todavía no ha sucedido.

 

 

 

Fotografía tomada el Día del Cordero

Nuevo país y nuevos matices en la celebración de la ‘Fiesta del Cordero’

 

Millones de musulmanes en todo el mundo celebraron esta semana su día grande: Id al Adha, popularmente conocido como fiesta del cordero o del sacrificio, que podría equipararse en importancia a la Navidad de los cristianos.

 

Para aquéllos que residen fuera de sus países, la tradición toma unos matices diferentes. Era día lectivo (salvo en Ceuta y Malilla, donde por primera vez fue fiesta local) y, por tanto, el trabajo fue ineludible. La costumbre marca que cada hombre casado tiene que matar un cordero. Se hace en casa, en familia, a las diez de la mañana. Pero lejos de su tierra no siempre es posible. En España, la ley lo prohíbe. No pueden sacrificarse animales fuera de los mataderos. Y aunque la inmensa mayoría de los musulmanes residentes aquí respeta las normas y acude a comprarlo a la carnicería del barrio, hay algunos que prefieren arriesgarse y matarlos ellos mismo.

 

visita una granja catalana. A lo largo de la mañana, hombres en su mayoría, aunque también se ven mujeres y niños, entran a comprar el cordero. Días antes lo han reservado. Pagan alrededor de 200 euros por cabeza de ganado. Y allí mismo lo sacrifican. Siguen el rito musulmán: mirando a La Meca y mentando a Alá, antes de degollar al animal, “para que salga bien la sangre y la carne sea más sana y sabrosa”, explica un senegalés.

 

 

La tradición se antepone

 

“No puede ser cualquier cordero. Tiene que tener más de seis meses y estar sano. No puede ser ciego, ni cojo, ni que le falte una oreja, ni que tenga el rabo cortado”, explica un marroquí que lleva varios años sacrificando el cordero él mismo. El ambiente es tranquilo. Cada uno está a lo suyo. Hablan entre ellos y si lo necesitan, se ayudan unos a otros. Los más pequeños observan atentos, y cuando les inunda el aburrimiento, se acercan al corral de gallinas o de terneras, juegan y ríen.

 

Sin embargo, la nostalgia reina en el ambiente. A todos les gustaría estar en su país, y poder hacerlo en su casa, rodeados de su familia. Como lo han visto hacer siempre y como ellos mismo lo hicieron hasta que emigraron.

 

Para algunos ya hace mucho tiempo de eso. Como para Anaya, una de las pocas mujeres que ayuda a su marido durante el sacrificio. Vive desde hace 20 años en Badalona, y es la primera vez que degüella al cordero desde que vive aquí. Sus hijos, de 18 y 16 años, y nacidos en Catalunya, “sólo lo han visto sacrificar una vez en Marruecos. Para ellos, lo normal es comprarlo en la tienda y cocinarlo. Y eso sí, han aprendido a hacerlo al estilo tradicional”, asegura orgullosa.

 

Y es que cocinar el cordero se convierte en otro ritual especial. Sí se cuela en casa de la familia Tahiri en Barcelona. Allí, el barullo se extiende por todo el hogar de Mohamed y Fatna, que ya ha puesto la olla exprés en el fuego.

 

“Día del cordero, día de hambre. Es lo que siempre decimos en Marruecos”, afirma Mohamed mientras prepara el hígado para hacer los pinchitos típicos de esta fiesta. “Hay tanto trabajo que hacer que realmente comemos menos que un día normal”, asegura. Mientras coloca los filetitos de hígado sobre la barbacoa eléctrica, Fatna, su mujer, limpia los intestinos y el estómago, que serán, junto con los riñones, los principales ingredientes del tradicional estofado.

 

La fiesta en casa

 

“Si estuviéramos en Marruecos, serían las mujeres solas las que cocinarían. Pero aquí tengo que ayudar. Ahora está ella sola”, dice refiriéndose a Fatna.

 

Al rato llega la hermana de ésta, Jadi, que también vive en Barcelona. Se lava las manos y comienza a colocar trozos de carne, forrados en una fina de capa de grasa, en los pinchos.

 

En el salón, el hermano de ambas, Mustafa, el marido de Jadi y los niños hablan, juegan y ríen. La televisión que preside la sala no cesa de mostrar imágenes de la celebración en países árabes: en La Meca, en una residencia de ancianos en Argelia, en las calles de los barrios…

 

“Lo más importante del día es practicar la religión”, asegura Mohamed sobre la jornada. También le importa que sus tres hijos, que aún son muy pequeños, “conozcan con el ejemplo lo que es la fiesta, para que no pierdan las raíces”, añade pensativo.

 

Una celebración que supone un gran esfuerzo económico para esta familia, en la que ambos progenitores están en paro. “Llevamos ahorrando seis meses”, reconoce el padre de familia.

 

El delicioso aroma va invadiendo todos los rincones del pequeño piso barcelonés. El suave silbido de la olla exprés, va tomando fuerza. Se vuelve ensordecedor y rápidamente Fatna apaga el fuego. Coge la olla y la pone bajo el chorro de agua fría. La apoya en la encimera, y la destapa. Zambulle una cuchara en la salsa, la prueba y sonríe. ¡La cena está lista!

 

“Toda la familia comemos del mismo plato”, dice Fatna mientras coloca la fuente con el guiso sobre la mesa camilla, junto a los pinchitos, el pan, la cebolla picada y cruda, para rebajar la grasa, y la bandeja con la tetera y los vasos.

 

Todos ríen cuando Rayan, el hijo más pequeño de Mohamed y Fatna, bromea con la boca llena. Es un día feliz. Están felices.

 

 

Reportaje publicado en Sí, Se Puede. El Periódico de la Integración (20-26 de noviembre de 2010)