Olor a serrín, sonidos de guitarra

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El último piso de Torgata 33, guarda un secreto. Descubrirlo, es cuestión de decidirse a subir hasta su ático.  El olor a serrín delata el material con el que se trabaja en el taller. Tras la puerta, con música clásica de fondo, dos luthiers comparten su pasión por la fabricación artesanal de guitarras.

 

El noruego Simen Omang y el uruguayo Leonardo Michelín-Salomón se conocieron en Oslo hace algo más de dos años. Ambos habían ya comenzado sus andaduras como artesanos del instrumento, como ellos mismos se definen: “No somos alquimistas ni científicos. Somos artesanos.”

 

“A mí siempre me fascinó la guitarra. La tocaba, y creo que por ahí se empieza, por tocar la guitarra. Cuando la gente me decía cuál era un buen instrumento y cuál no lo era, yo no sabía si lo que me decían era cierto o no, y esa curiosidad fue lo que me atrajo a este oficio. Entonces comencé a averiguar cómo y cuál es la manera de realizar un buen instrumento”, explica Leonardo sobre sus inicios en el oficio. Simen toca la guitarra desde los 8 años, y su interés por ella fue creciendo más y más. Por eso, con la guitarra bajo el brazo, viajó a Argentina para aprender allí todos sus misterios. Durante 3 años estudió en el taller de Esteban González, un conocido luthier de Buenos Aires. Leonardo estudió en la Escuela Nacional de Arte de Uruguay y decidió probar suerte en el viejo continente. El destino los unió y juntos, a diario, comparten la experiencia de dar forma al sonido de sus guitarras.

 

Ambos luthiers poseen técnicas de trabajo diferentes que se basan en distintas teorías clásicas de fabricación, pero los dos tratan de experimentar con sus conocimientos para encontrar ese sonido único en sus productos. Ese sonido que los convierta, algún día, en reconocidos luthiers de prestigio.

 

La construcción de una guitarra se alarga entre un mes y medio y dos meses. Primero las aproximadamente cien horas de trabajo que dura la realización de las piezas y su montaje. Y después la aplicación del lustre, que debe realizarse en varias

 

Las guitarras constan de 19 partes y requieren diferentes materiales. De todos ellos, sin duda, la madera se convierte en el elemento estrella de la producción de guitarras clásicas. Pero no cualquier madera: palisandro de India o de Honduras, cocobolo, cedro rojo, abeto europeo, ébano, caoba…, se distribuirán por las distintas partes de la guitarra. Cada elemento, necesita unas características y, de una buena selección de material, depende la calidad del sonido y la estética de cada instrumento. “La parte de la guitarra que más influye en el sonido es la tapa (parte superior), pero hacer una buena guitarra no es solamente hacer una buena tapa. Se necesitan buenos materiales y todas las piezas deben estar acabadas con sus pequeñas sutilezas”, explica Simen.

 

La guitarra debe obtener niveles específicos de resonancia, ampliación de sonido y volumen. Los instrumentos de Leonardo “son bastante claros y balanceados, tienen un sonido dulce, más agradable, y además, aumentan un poquito el volumen”  y los de Simen “tienen buen balance entre todas las notas para facilitar la interpretación del guitarrista. Además de gran volumen, timbre y claridad.” Pero ambos coinciden en que “las guitarras deben hablar por sí solas” por eso lo esencial es que el guitarrista la pruebe.

 

 

Reportaje escrito en 2006 como freelance para medio de comunicación noruego. Y aunque ha llovido (y nevado) mucho desde que Simen Omang y Leonardo Michelín-Salomón compartieron ese taller en Torgata 33, ambos continúan actualmente su carrera como luthiers en Noruega.