Croquetas de… Historias únicas

Los días de cualquier persona están repletos de historias. Si nos paramos a pensarlo, casi desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos, estamos escuchando, leyendo, viendo o contando historias.

Cualquier conversación, por mundana que sea, tiene una historia tras de sí, y si más tarde narramos ese encuentro a cualquier otra persona, estaremos añadiendo una historia más a nuestro día y al de esa persona. Y lo mismo ocurre con las que leemos, vemos, compartimos.

Las historias son, pues, cotidianas para todos nosotros y cuanta más diversidad de historias recabemos a lo largo de nuestro día a día, de nuestra vida, más rica será nuestra existencia, y menos sesgada nuestra visión de la vida y del mundo.

Y en este sinfín de historias, la diversidad y variedad de ellas es necesaria…

El peligro de las historias únicas por Chimamanda Ngozi Adichie

Con frecuencia me gusta volver a ver la charla en Ted titulada The danger of a single story (El peligro de una única historia), de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. En ella, la escritora se presenta con una sencilla frase: “Soy narradora de historias y quiero contaros algunas historias personales sobre lo que yo llamo el peligro de una única historia”.

La escritora narra a continuación cómo su temprano interés por los libros, la llevó a leer desde pequeña libros infantiles británicos y americanos, y pronto empezó a escibir historias en las que sus protagonistas eran rubios y de ojos azules, jugaban en la nieve y bebían cerveza de jengibre, a pesar de que, como nunca había viajado fuera de Nigeria, nunca había visto la nieve y ni siquiera sabía lo que era la cerveza de jengibre. Tras empezar a leer libros africanos que, según explica, eran más difíciles de conseguir, su percepción de la literatura cambió por completo y se dio cuenta de que el mundo que conocía también podía formar parte de los libros. Precisamente leer libros británicos o americanos le había ayudado a avivar su imaginación, al trasladarla a mundos desconocidos, a la vez que, como ella misma dice, la salvaron de tener una única historia de lo que son los libros.

Chimamanda continúa adentrándonos en diferentes historias de su vida personal que muestran historias únicas, haciéndonos ver cuán vulnerables somos ante ellas, porque como ella asegura: “Las historias únicas crean estereotipos, y el problema con los estereotipos no es que sean mentira, sino que son incompletos. Y consiguen que una historia sea la única historia”.

Y cada vez que escucho a Chimamanda, creo más en mi trabajo.

Creemos muchas historias. Y sigamos creando más historias. Leamos muchas historias. Veamos muchas historias. Escuchemos muchas historias. Compartamos muchas historias. Historias que, a pesar de que sean únicas, no se conviertan en las únicas.