Mar de inspiración

Croquetas de… La esperada inspiración

Infravaloramos la inspiración. Esa tranquilidad interior que te permite dejarte llevar y ver con claridad ciertas cosas para poder reflejarlas en imágenes o palabras que tengan cierto sentido al menos para ti y deseablemente para otras personas.

 

La inspiración es, sin duda, un proceso interno cargado de emociones y seguramente precisamente por ello es la razón por la cual la avorágine de experiencias vividas en un breve periodo de tiempo cause tal colapso en tu ser que no te permita entrever más allá de lo que tienes ante tus propios ojos, que no te permita teclear con la traquilidad habitual, que no te permita concentrarte, que no te permita hacer nada más allá de lo necesario, en el que la creación se ve distorsionada en una larga lista de rutinas intranscendentes de la que cuesta liberarse.

 

No es fácil, al menos para mí, dejarme llevar ante la inmensidad de un momento vivido. El cúmulo de los días me apisona sin darme tregua para pensar, para crear.

 

Energías negativas que me envuelven y me afectan más de lo que había sido capaz de predecir, hechizan mis días. Cortinas translúcidas de sentimientos infranqueables que nublan la magia de una experiencia, salan la dulzura de un momento y se imponen como barreras.

 

Y de repente un día, la luz vuelve a despejar tu visión. Tus dedos bailan al ritmo de tu mente. Tu mirada se libera de las ataduras. Y vuelve a desnudarse ante ti la esperada inspiración.

 

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