Con la radioactividad de Chernóbil a cuestas

fotos / Imágenes y palabras / Textos

 

Alexander Mishura era coronel del Ejército soviético cuando en 1986 se produjo el accidente de la central nuclear de Chernóbil. Un año más tarde de la catástrofe, este militar ejerció labores de protección de la ciudadanía en la zona. Al igual que le ocurrió a miles de personas, los efectos de la exposición a la radioactividad sobre su salud fueron ineludibles. Desde hace cuatro años, Mishura reside en España, donde lucha contra el cáncer. Pera ésta no es su única batalla.

 

Mishura, como todos los militares que estuvieron destinados en la zona, recibió unas indemnizaciones oficiales del Gobierno soviético. Hasta el año 2000 estuvo recibiendo esta pensión mensualmente sin ningún problema.

 

“Desde que Vladínir outin se convirtió en presidente de Rusia, ha habido problemas. Las autoridades militares me ofrecieron un acuerdo por el cual debía renunciar a la mitad de mi pensión. El trato era que ellos se quedaban con la mitad y yo, con la otra mitad. Era claramente corrupción. Y yo no acepté. Recibía una pensión mínima, y en septiembre de 2009 dejaron de pagarme”, explica con la ayuda de una traductora.

 

De víctima a amenazado

 

Este militar retirado no quiso renunciar a sus derechos y comenzó una batalla legal en su país, algo que le ha obligado a tener que abandonarlo. “Un día estaba en una cafetería y se acercaron a amenazarme de muerte. Fue entonces cuando decidí venir a España. Aterricé en Salou y me busqué un abogado”, asegura.

 

Elegantemente vestido y con unas carpetas llenas de papeles bajo el brazo recibe a Sí. Habla despacio, mezclando el ruso con un pobre castellano y mirando fija e intensamente a los ojos. Mientras avanza en la historia, extiende sobre la mesa papeles: los originales y las traducciones en castellano de las sentencias de los tribunales rusos, las comunicaciones recibidas del Tribunal de Estrasburgo en inglés, su permiso de residencia en España… Los documentos de su vida, de su historia. Una historia que cambió de rumbo en Chernóbil.

 

“El caso está en el Tribunal de Estrasburgo. Las reclamaciones se presentaron en 2004 y ya existe una sentencia firme reconocida por un caso similar en el que Rusia pagó al reclamante, por lo que somos optimistas. Sin embargo, el caso se está alargando bastante porque Rusia está pidiendo moratorias”, explica Pau Sans, su abogado.

 

Y claro, estos retrasos pueden ser fatales ya que el estado de salud de Mishura es bastante delicado. “He estado mucho tiempo haciendo tratamiento. Los médicos me han recomendado una operación, pero aquí en España no se realiza. Por eso quiero irme a Alemania. Pero necesito dinero para poder hacerlo. Y si Rusia no me paga lo que me debe, necesito que me ayuden. He escrito incluso una carta al Rey Don Juan Carlos, para solicitarle ayuda. Espero que alguien me pueda ayudar. Es como un préstamo, porque yo se lo devolveré cuando finalmente Rusia me pague”, explica.

 

Mishura cuenta con el apoyo de algunas entidades en España, entre ellas de Casa Tracia. “Cada aniversario del accidente de Chernóbil se recuerda a las personas que murieron. Sin embargo, muchas víctimas siguen sufriendo y nadie hace nada para ayudarles, ¿Para qué sirve recordar a los muertos, si no podemos ayudar a los vivos?”, asegura Tanya Ivanova, presidenta de esta entidad.

 

Mishura no se da por vencido. Sus 65 años y su delicado estado de salud no son motivo suficiente para perder las ganas de luchar, porque él lo tiene muy claro. “Espero poder operarme y seguir el tratamiento durante dos meses. Después de eso seguiré luchando hasta conseguir que mi país me pague lo que me corresponde. Estamos hablando de millones de euros. Es una vergüenza que tenga que vivir de la caridad, cuando en realidad podría vivir muy bien”, afirma.

 

¿Se repetirá la historia en Fukushima?

El debate sobre la seguridad nuclear vuelve a la palestra. Precisamente cuando se cumple el 25º aniversario de Chernóbil (Ucrania), considerado el mayor accidente nuclear de la historia, Japón -país que ya había sufrido los efectos de la radioactividad tras las explosión de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en 1945- lucha estos días por evitar un desastre de igual magnitud en la central nuclear de Fukushima-1. La Compañía Eléctrica de Tokio ha advertido de que la radiación emanada de sus instalaciones podría llegar a superar a la detectada en Chernóbil, aunque todavía no ha sucedido.