Ver Pasar

Croquetas de… Ver pasar

– Mamá, ¿qué haces?

 

– Ver pasar.

 

– ¿Ver pasar?

 

– Sí. Sólo tienes que mirar. Mirar hacia el mar y ver pasar. ¿Quieres sentarte conmigo y ver pasar también?

 

– ¡Vale!

 

 

Después de dos minutos, sentado a mi lado en silencio, viendo pasar…

 

 

– Es todo el rato lo mismo, gente que pasa.

 

– Sí. Eso es lo que hago. Ver pasar. Ver pasar gente, mientras escucho las olas. Y a veces me imagino historias de esas personas. ¿No te parece divertido?

 

– Buenoooo… ¿Hemos traído patatas fritas?

 

– Sí, patatas fritas y melón. Primero un poco de melón y luego abrimos las patatas fritas, ¿te parece?

 

– ¡Vale!

 

 

Saco el tupper, lo abro y seguimos viendo pasar, sentados uno al lado del otro, cada uno comiendo una rodaja de melón…

 

 

– Mamá, ¿ves a esa señora que pasa ahora?

 

– Sí, ¿qué pasa con ella?

 

– Que tiene cara de enfadada.

 

– Sí, es verdad. Será porque está enfadada.

 

– ¿Y por qué está enfadada si está en la playa?

 

– No lo sé. Pero tienes razón. Si estás en la playa no puedes enfadarte por nada. Igual no está enfadada, es sólo que nos ha parecido que lo estaba.

 

 

Seguimos comiendo nuestro melón los dos pensativos, viendo pasar…

 

 

– No mamá. Yo creo que sí está enfadada porque ves esa señora que pasa ahora, se está riendo. Seguro que ella no está enfadada, pero la otra… A lo mejor está enfadada porque le ha pasado algo que no le ha gustado nada antes de venir a la playa y por eso ha venido, para ponerse contenta…

 

– Puede ser… ¿Y qué crees que le ha pasado para enfadarse?

 

– No sé…, a lo mejooor… A lo mejor se le ha roto la bicicleta y como le gusta mucho montar en bici se ha enfadado porque ya no puede montar.

 

– Sí, a lo mejor es por eso… ¿Y cómo ha venido a la playa si tiene la bici rota?

 

– Pues cómo va a venir, en tren. ¿No ves que allí atrás están las vías del tren?

 

– Sí, es verdad.

 

– Yyyy como no ha traído toalla, ni sombrilla, pues no puede sentarse ni tumbarse a la sombra como nosotros. Por eso camina todo el rato.

 

– ¿Y por qué sabes que no ha traído toalla ni sombrilla?

 

– Pues porque no le ha dado tiempo. Ha tenido que correr para coger el tren y se le ha olvidado coger la sombrilla…. ¡Ah, ya sé! ¡Está enfadada por eso! Porque no tiene sombrilla ni toalla, y tiene que caminar todo el rato…

 

– También puede tumbarse en la arena. A ti te gusta mucho, ¿no?

 

– Sí, pero…

 

 

Cinco segundos más tarde, sin levantar la vista de la orilla del mar…

 

 

– Mamá, ¿jugamos mejor a las tres palabras?

 

– Vale, pero hoy tú también cuentas una historia. Que a mí también me gusta que me cuenten historias inventadas y ayer al final no la contaste.

 

– Vaaale, pero tú primero.

 

– Venga, dime tres palabras.

 

– Tengo que pensar un poco…

 

– Vale.

 

– Mmmmm… Señora, playa yyyyy… Ennnn…, ennnn…, enchufe.

 

– Señora, playa y enchufe. A ver, a ver… Había una vez….

 

 

Justo cuando termino, después de escuchar atentamente la historia que me acabo de inventar…

 

 

– ¿Ya está? ¡Jo, qué corta!

 

– ¿Cortaaa? Pero si ha sido larguísima… ¿Te ha gustado?

 

– Sí, dice sonriendo y afirmando con la cabeza.

 

– Ahora te toca a ti. ¿Te digo las tres palabras?

 

– ¡Mamá, tengo una idea! Ahora nos bañamos, luego jugamos a ver pasar. Y después te cuento mi historia inventada con tres palabras, ¿qué te parece?

 

– ¡Qué morro!, digo sonriendo…

 

– Es que tengo mucho calor, anda mami…

 

– ¡Vaaaale! Pero después me cuentas la historia fijo, que tengo tres palabras super chulas.

 

– Pero antes jugamos a ver pasar, que es muy divertido.

 

– ¡Vale!

 

– ¡A ver quién se mete primero!, dice con cara de pillo, corriendo hacia la orilla.

 

 

Un rato después, aún en el agua…

 

 

– Mamá, yo siempre estoy muy contento en la playa…

 

– Yo también.

 

– Porque nos podemos bañar si tenemos calor, podemos nadar y bucear, nos tumbamos a la sombrita, comemos melón y patatitas, jugamos a hacer castillos o con las olas, volamos la cometa, cogemos conchas, jugamos a las tres palabras y también vemos pasar gente y nos imaginamos historias…

 

– Claro, es que así… es imposible enfadarse.

 

 

Sonríe pensativo y dice:

 

 

– ¿Salimos ya, y volvemos a ver pasar?

 

 

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Ese placer de los días playeros… sentada bajo la sombrilla, viendo pasar gente, escuchando las olas del mar, imaginando historias… 

 

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2 comentarios

  • Antojada por Vocación 22 septiembre, 2017  

    ¡JAJAJAJ! Qué bonito juego. Yo lo sigo haciendo en el metro y en los restaurantes, pero seguramente es porque soy demasiado cotilla…;)

    • Elena Prieto Landaluce 25 septiembre, 2017  

      Imaginar historias es todo un clásico…